Hoy me ha resultado imposible reprimirme y me he visto en la necesidad de publicar una entrada dedicada a un disco no electrónico (aunque casi). Es una aportación que podríamos catalogar de "personal e intimista", motivada por una cuestión de memorabilia personal asociada a una determinada canción que en mi tierna infancia me marcó profundamente. Por lo tanto, debo advertir que en esta entrada nos apartamos un poco de la temática habitual de la
Trybuna Elektronika y que es posible que carezca de interés para el lector habitual.
Este
"Disco Baby" de
Van McCoy & The Soul City Symphony, publicado en 1975, es uno de los primeros álbumes en que la palabra
disco forma parte de su título. Es el segundo LP de
Van Allen Clinton McCoy, un productor y compositor nacido en Washington, que inicialmente trabaja a sueldo para artistas generalmente soul y que posteriormente, acompañado de su
The Soul City Symphony, se decantaría hacia la música disco. En esa época, el sonido disco estaba aún en la fase inicial de su evolución, un género hasta entonces circunscrito prácticamente a determinados ambientes gays y de raza negra en los USA, aunque gracias al éxito de algunos temas, empezaba a expandirse rápidamente e iniciaba su viaje hacia la vieja Europa.
Este LP, sin embargo, mantiene aún esos rasgos iniciales del estilo: mezcla de funk, soul, cuerdas de Philadelphia, matices
lounge, textos intrascendentes, tempo moderado, hedonismo a borbotones y estética
blaxploitation. Todos los temas de este disco siguen más o menos esa misma tónica. No puede decirse que sea, ni mucho menos, mi álbum favorito de música disco, un género que, como ya he dicho en alguna ocasión, siempre me ha atraído en líneas generales. Pero este disco incluye un tema cuyo recuerdo, como decíamos antes, es lo que realmente ha motivado esta entrada.
No se trata de un recuerdo cualquiera, sino el de haberme sentido por primera vez en mi vida, hasta donde soy consciente, fuerte e indeleblemente impactado por una canción, casualmente escuchada por la radio. Por asociación con otros recuerdos, tuvo que ser en otoño de 1975. Una tarde en mi casa sonó ese tema por la radio. El aire misterioso de sus primeros 30 segundos me provocaron una irresistible atracción, teñida de algo muy semejante al miedo o desasosiego. Recuerdo en esos primeros instantes haber corrido temeroso hacia los brazos protectores de mi madre, pero de repente, la canción cambia y se vuelve más festiva y pegadiza. Aunque volví a escucharla en unas poquísimas ocasiones posteriores, bastó esa primera vez para que la melodía se grabara a sangre y fuego en mi memoria de por vida. Todo esto puede sonar muy peliculero, pero juro y perjuro que fue así.
Lógicamente, a esa edad de 6 años no sabía el título ni el autor del tema, conceptos todavía poco conocidos para un niño. Al poco tiempo, el recuerdo de la dichosa canción entró en hibernación en el limbo de mi subsconciente, evocándolo fugazmente muy de vez en cuando mientras los años iban pasando.
De repente, hacia 1990 el recuerdo aflora con fuerza al adquirir el LP
"Ninety" de
808 State, y escuchar con estupor que su tema
"Cobra Bora" reproducía durante algunos instantes ese coro intrigante que tanto me había marcado en mi tierna infancia y que desde entonces no había vuelto a oir. Sin embargo, los créditos del disco no hacen referencia alguna al origen de esa melodía. Internet aún no había nacido, por lo menos en su forma actual, por lo que los recursos para averiguar este tipo de información me resultaban muy limitados. Tras algunos infructuosos intentos, seguí quedándome con las ganas de saber cómo rayos se titulaba aquello y quién diablos era su autor o autores.
Hacia finales de los 90 surge una segunda oportunidad. De manera totalmente casual, escucho un breve fragmento del tema original como sintonía de cierre de uno de esas repelentes tertulias televisivas de emisión matutina. No recuerdo si era de TVE o de Antena 3, pero la cuestión es que mi obsesión me llevó al punto de llamar por teléfono a la cadena televisiva para ver si podía averiguar algo, aunque tras largos tonos de espera al otro lado de la línea, no tuve suerte.
Pero como suele decirse, a la tercera va la vencida. Pocos meses después de esa "anécdota televisiva", me encuentro enfrascado en la enésima lectura del libro
"La Madrugada Eterna" de
Paco Peiró. Mientras lo leía en aquella ocasión, seguía la costumbre de descargarme algunos temas que el autor mencionaba y que eran desconocidos para mí. Usaba el entonces reciente Napster, el primer programa de intercambio de archivos que surgió en internet. En el capítulo dedicado a la música disco, y en concreto cuando habla de sus orígenes, el autor hace mención de un par de temas que considera memorables: Uno es el
"Love's Theme" de
Barry White, canción que probablemente todo el mundo habrá escuchado alguna vez. El otro es
"The Hustle" de
Van McCoy, nombre que me era totalmente desconocido. Tan sólo por perezosa curiosidad, introduje estos datos en el buscador del Napster, encontré y descargué el tema, lo empecé a escuchar, y casi me da un síncope cuando oigo sonar esos misteriosos segundos iniciales de aquel tema que 25 años antes tanto me había impresionado, felizmente recuperado de la manera más azarosa gracias a la lectura de un libro sobre música electrónica.
En este breve video vemos a
Giorgio Moroder (precisamente el artista a quien
Paco Peiró dedica mayor extensión en su capítulo sobre la música disco) y a
John "Jellybean" Benitez comentando las excelencias de
"The Hustle".
Según explicó el propio
McCoy en su momento,
"The Hustle", título que hace referencia a un baile de efímera moda en la época, fue incluido en este LP casi de milagro, pues fue el último tema que grabaron durante las sesiones, y a punto estuvo de ser descartado. Pero entró, se publicó también en single y resultó ser un bombazo inesperado en USA, llegando incluso a ganar un Grammy como mejor instrumental del año. Fue el único gran éxito que su autor obtuvo durante su carrera en solitario. Cuatro años después
Van McCoy fallecía de un infarto con tan sólo 35 años de edad.